Mi emigración desde Bulgaria

Elaborado por «2º_eso_4»
Alumno/a de Ciencias Sociales de 2º ESO del IES «Trinidad Arroyo» de Palencia
, curso 2010-2011.


Cuando una persona hace la elección y toma una decisión siempre piensa lo mejor para ella y para la gente que quiere.

Quedarse o irse de Bulgaria fue la decisión más difícil que habían tomado mis padres. Ellos trabajan desde los 18 años. Teníamos una empresa familiar de transporte internacional. El negocio iba bien, pero hasta un momento. Clientes incorrectos, la competencia y la actitud pasiva del país fue el motivo de que lo dejasen y que busquen otra oportunidad. Hubo comprensión entre los dos países (Bulgaria y España): intercambiar trabajadores [¿?]. Mi padre se presentó a una entrevista y le escogieron como camionero. Así el 20.01.2006 él estaba en Gandía y empezó a trabajar. Mi hermana y yo nos quedamos en Bulgaria con mi madre. Mi familia estuvo separada un año y medio.

Mi ciudad se llama Pleven. Es la séptima ciudad más grande de Bulgaria. Se encuentra al norte, en la llanura del Danubio. Tiene un pasado histórico muy interesante. En los años del socialismo tuvo una industria muy avanzada, pero en los años de la democracia las cosas cambiaron. Pleven sigue siendo una ciudad preciosa, pero la falta de trabajo y perspectiva hace que mucha gente joven emigre a Sofía – nuestra capital-, o a otros países.

Entonces yo tenía 11 años. Mi hermana y yo hemos tenido una maravillosa infancia. Mis padres siempre tratan de que tengamos todo lo que necesitemos, son cuidadosos, quieren que tengamos buena educación y quieren lo mejor para nosotras. Entonces mi vida era la escena. Bailaba folclore búlgaro desde los 4 años: ensayos, conciertos, giras…: no me quedaba mucho tiempo para jugar, pero estaba realmente feliz. Es esto lo que ahora de verdad me hace falta. Mis padres me enseñaron que cualquier cosa tiene un precio, un precio que tenemos que pagar.

Mi padre cambió de empresa y empezó a trabajar en Burgos. Eligió Palencia como la ciudad en la que íbamos a vivir. Alquiló un piso y así en agosto del año 2007 mi madre, mi hermana y yo ya estábamos en Palencia. Eso fue un verdadero desafío. Ninguna de nosotras se había imaginado lo difícil que puede llegar a ser la vida hasta que te acostumbras y hasta que te adaptas. Estábamos solas, sin familiares y amigos, en un país desconocido. Todo era desconocido para nosotras.

El mayor obstáculo fue el idioma. Conocimos a gente buena (búlgaros), que nos ayudaron. Ayudaron a mi madre, porque mi padre siempre viaja y está con nosotras solamente los fines de semana. Nos matricularon en el instituto con mi hermana, nos sacamos documentos de indentidad. El primer día de clase: una pesadilla. En Bulgaria se celebra a lo grande, aquí entras en el aula y empiezan las clases. Aquí no hay un ramo de flores para el tutor, no hay canciones, ni siquiera hay deseos para un año escolar exitoso. Empecé a adaptarme, pero no estaba feliz. Creaba problemas a mis padres, a los profesores, llanto y lágrimas… años difíciles de la adolescencia. No salía de casa, no tenía amigos, no iba a clase. Pasó todo, logré pasar por todo y ahora estoy muy bien. Conmigo todo va bien, pero [en otros casos ha habido más problemas]. Resultó que estas pruebas me hicieron más fuerte y me hicieron madurar rápidamente.

Generalmente pensamos que nuestro país de nacimiento es el mejor para vivir pero aveces no es así. Llevo a Bulgaria en mi corazón.Vivo con el pensamiento que algún dia volveré y haré algo por mi país. Ahora estoy aquí y recibo unos estudios buenos y aprovecho todas las oportunidades que me ofrece la vida. Echaba la culpa a mis padres por la elección que habían tomado de traerme aquí, pero vendrá algún día en el que les agredeceré muchas cosas, estoy segura de eso. Me enseñaron que la vida es una lucha, la lucha es victoria y la victoria es felicidad.