Elaborado por «3º_eso_12-13_1» – Alumno/a de Ciencias Sociales de 3º ESO del IES “Trinidad Arroyo” de Palencia, curso 2012-2013.
Lo primero de todo, decir que mi abuelo no sabía que su futuro iba a estar ligado al de los mares, ya que al principio convivía con sus padres en una “fonda” lo que actualmente se le llama una pensión, hasta que un día llegó un capitán de barco con su mujer, y se quedaron en la fonda de mis bisabuelos. Según pasaba el tiempo mi abuelo y el capitán iban entablando conversación y confianza, hasta que un día el capitán después de escuchar lo mucho que le interesaba el mundo marino a mi abuelo, éste le propuso que se fuera con él a su tripulación. Y mi abuelo por cumplir su sueño de siempre aceptó.
Hay que resaltar que mi abuelo se había convertido en un marinero del interior, de Carrión de los Condes, un pueblo de Palencia; es decir, no estaba cerca de la costa, por lo que cuando le llamaban a hacer un viaje no podía ver a la familia durante mucho tiempo, porque estaba muy lejos, y las vacaciones que le concedían eran muy cortas. Por eso no dudaba en mandar constantemente cartas para poder estar lo más unido posible a la familia, y recoger fotos para llevárselas consigo. (Así seguía la evolución de su gente, cómo crecían sus hijos…)
Mi abuelo estaba en un buque de carga, por lo que los viajes eran muy largos y recorridos por todo el mundo, que podían durar meses o incluso años sin tocar un puerto español.
La tripulación estaba compuesta por el capitán “la máxima autoridad” (todos debían de acatar sus órdenes e instrucciones), seguido de los distintos puestos de oficiales (oficiales de cubierta, oficiales de ingenieros, maquinistas…), médico y enfermeros, los marineros y por último, los distintos operarios de a bordo; cocineros, camareros, personal de limpieza…
Los horarios de trabajo eran jornadas de 10 -12 horas diarias los 7 días de la semana (si pasaba algún percance, aunque estuvieran en sus horas libres debían de acudir de inmediato a sus puestos de trabajo). La tripulación dormía en pequeños camarotes (a veces compartidos), excepto los altos cargos como el capitán, que era mucho más grande. Además, en aquella época sólo había un baño comunitario que era compartido por todos los miembros de la tripulación.
Otra dificultad en esos años, era la falta de espacio en mucho tiempo, es decir, se pasaba mucho rato en el barco sin poder hacer casi nada hasta llegar al país o lugar requerido; por lo que la vida social o el entretenimiento era casi nulo. (La convivencia era única y exclusiva entre ellos.)
Una rutina en esos tiempos era participar con frecuencia en constantes entrenamientos y simulacros de seguridad, dado la peligrosidad que conllevaba vivir en el mar.
A veces estaba previsto llegar a un determinado lugar, pero por causas del bravío del mar se acababa yendo a parar a otro sitio. Mi abuelo incluso naufragó tres veces, y lo pasaron obviamente muy mal, porque los medios de comunicación de entonces eran escasos y rudimentarios, por lo que tenían que esperar a que otro barco del extranjero los rescatara. (Sólo el amor que tenía por el mar y la curiosidad del querer saber qué había más allá de España, hicieron que siguiera adelante en busca de cumplir su sueño).
Pero no todo son contras, ya que mi abuelo en esos casi veinte años, pudo visitar y conocer las más importantes ciudades de casi todos los países del mundo; pasando de Tokio a Nueva York o de Berlín a Nueva Delhi…; aparte de tener condiciones económicas elevadas (no tenían que pagar estancia ni manutención dentro del barco.)
La casa de mis abuelos está repleta de recuerdos de casi todos los lugares a los que visitó, por lo que cuando voy a verlos no puedo sentirme más orgulloso del que un día fue “mi marinero”.